El Alzheimer es una enfermedad degenerativa cerebral primaria cuya incidencia aumenta rápidamente año a año. Por eso, por los estragos que causa en la población mayor y porque su origen es desconocido, su estudio genera mucho interés. Existen diversos equipos de investigación que buscan el origen del Alzheimer, sus causas. Es el paso previo necesario para encontrar un tratamiento eficaz, la prevención y la cura de esta forma de demencia. Los neurólogos dan por hecho que no existe una única causa, pero sí que unas tienen más peso que otras.
Sólo en el mes de enero la revista Alzheimer’s Research & Therapy ha publicado 12 investigaciones sobre esta enfermedad. Y no están todas las que se han dado a conocer en las últimas semanas a través de otros medios de divulgación. Entre éstas últimas destacan las que vinculan la demencia con una hormona; con la presión arterial o con bacterias gingivales. También un estudio que avanza en la determinante detección precoz del Alzheimer; un análisis de sangre capaz de anticipar un diagnóstico 16 años.
A continuación, detallamos los avances que aportan estas investigaciones sobre el Alzheimer. También si está prevista una fecha para que tengan impacto en los enfermos y sus familiares.
Un análisis de sangre para un diagnóstico muy precoz
Ya lo anticipó el año pasado la investigadora española Maite Mendioroz, directora del laboratorio de Epigenética-Alzhéimer del Centro de Investigación Biomédica Navarrabiomed. En unos cinco años puede estar disponible el análisis de sangre capaz de diagnosticar precozmente el Alzheimer. El pasado día 21 Nature Medicine publicaba una investigación que advertía de que una analítica puede predecir el desarrollo de la enfermedad hasta 16 años antes de producir los primeros síntomas.
El estudio ha sido dirigido por Mathias Jucker, investigador del Centro Alemán para Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) y del Instituto Hertie para la Investigación Clínica del Cerebro (HIH). El análisis sería capaz de detectar la presencia de una proteína que forma parte de la estructura de las neuronas. Esta proteína es el neurofilamento y ya se sabe que cuando la demencia daña las neuronas y existe daño neurológico, se libera al líquido cefalorraquídeo y la médula espinal.
El equipo de Jucker e investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington (EEUU) acaban de concluir que el neurofilamento llega también a la sangre. Es el logro de un estudio realizado entre 400 personas, la población de estudio de la llamada Red de Alzheimer de Herencia Dominante (DIAN), liderada por la Universidad de Washington.
Entre los individuos de la muestra había un grupo con predisposición a sufrir Alzheimer precoz por una variante genética. Los niveles de neurofilamento eran más altos en estas personas y crecieron con el paso de los años.
Puede que el análisis llegue incluso antes de 4 años. Para ello, la ciencia tendrá que determinar qué nivel de neurofilamento es demasiado y con qué ritmo debe aumentar para considerarse indicativo de un deterioro cognitivo. Además, la presencia de esta proteína puede identificar otras enfermedades neurodegenerativas.
Una bacteria bucal, desencadenante de Alzheimer
La semana pasada, otra investigación relacionó la enfermedad periodontal con el Alzheimer. Un estudio promovido por Cortexyme que muestra pruebas “sólidas” que por primera vez vinculan “el patógeno gramnegativo, intracelular, Pg, y el Alzheimer”.
Esto quiere decir que los científicos identificaron el patógeno clave de dolencias periodontales (causantes de gingivitis) en los cerebros de pacientes con Alzheimer. Según este grupo de científicos, la infección colonizó el cerebro de ratones estudiados y aumentó la producción de la proteína Beta-amiloide. Ésta es un componente de las placas amiloideas que originan el Alzheimer.
La investigación liderada por Stephen S. Dominy, diseñó terapias moleculares que redujeron la carga bacteriana de una infección en el cerebro. Estas bloquearon la producción de beta-amiloide, redujeron la inflación neuronal y protegieron las neuronas del hipocampo. Este estudio es todavía preliminar, y está pendiente de un ensayo en humanos. No es la primera vez que se relaciona el Alzheimer con la enfermedad periodontal. Pero ahora se apunta a la bacteria como causante; no como una consecuencia de la mala higiene por deterioro cognitivo.
La saciedad y su relación con la demencia
Otra investigación apunta que un alto nivel de la hormona de la saciedad reduce un 65% el riesgo de un deterioro cognitivo leve. Este déficit puede ser un primer síntoma de demencia o Alzheimer. Lo firman investigadores del Departamento de Ciencia de Alimentos y Nutrición Humana de la Universidad Estatal de Iowa (EEUU).
Este equipo analizó la presencia de la hormona colecistoquinina (CCK) en un universo de 287 personas. La CCK se encuentra en el intestino delgado y en el hipocampo: la región del cerebro que forma la memoria.
La investigación sugiere una relación entre los niveles de CCK y los de memoria y materia gris en el hipocampo. Un alto nivel de esta hormona actúa, según el estudio, como protección ante la pérdida de memoria.
La presión arterial y el deterioro cognitivo
Ya es conocido que el control de la presión arterial es una garantía para evitar problemas cardíacos. Ahora también, según una reciente investigación, es clave para retrasar el deterioro cognitivo leve, precursor de la demencia.
«Efecto del control de presión arterial intensivo frente al estándar en un ensayo clínico aleatorizado con demencia probable» es su título. La investigación Sprint Mind es fruto de un ensayo clínico con más de 9.000 personas de Estados Unidos y Puerto Rico. El estudio se interrumpió antes de ofrecer resultados sobre el impacto de un control intensivo de la presión arterial en la prevención del Alzheimer. Sin embargo, sí demostró su eficacia para retrasar la aparición del deterioro cognitivo leve. Ahora, el grupo multidisciplinar de EEUU que realizó este importante avance dispone de nuevos fondos para continuar.