Blanca Laffon Lage, Catedrática de Psicobiología.
Blanca Laffon es Catedrática en Psicobiología y forma parte del grupo de investigación Diagnóstico Conductual y Molecular Aplicado a la Salud (DICOMOSA) de la Universidade da Coruña. Dirige un estudio sobre los factores de riesgo genético implicados en el desarrollo de la fragilidad de personas mayores financiado por la Fundación San Rafael. Esta investigación le llevó a una estancia en la Universidad de Oxford durante el curso 2019/20. En esta entrevista nos cuenta en qué consiste su investigación, el momento en que se encuentra y cómo el objetivo último de su estudio es mejorar la calidad de vida de las personas mayores y reducir los costes sanitarios y sociales asociados al envejecimiento.
-¿Qué ha supuesto el apoyo de la Fundación San Rafael desde un punto de vista profesional-personal?
–Conseguir financiación para la investigación no es una tarea nada fácil. Por eso tanto nosotros como la mayoría de los investigadores y grupos de investigación en España somos muy activos en la solicitud de ayudas, becas y premios. Llegamos a la Fundación San Rafael a raíz de la información que recibimos en el laboratorio sobre las Becas Fundación San Rafael y su Programa de Financiación a Estudios de Investigación Biomédica. Contactamos con ellos y nos explicaron su programa y que uno de los pilares y principios de su actividad es la investigación y la promoción del talento, por lo que decidimos presentarles el proyecto y solicitar la ayuda que, afortunadamente, nos concedieron. Que existan entidades sin ánimo de lucro como la Fundación San Rafael que apuesten por la investigación en beneficio de la sociedad es una gran ayuda. Fue el apoyo que me impulsó a realizar mi estancia en Oxford y un respaldo muy importante porque por mucha estancia de investigación que hagas, si no tienes la financiación para acceder a los datos que necesitas del biobanco, aprendes mucho pero no lo puedes aplicar. Fue un aspecto fundamental para este proyecto.
-¿Qué se entiende por fragilidad en las personas mayores?
-La fragilidad es un síndrome multidimensional que se caracteriza por una pérdida de reservas de todo tipo; tanto cognitivas, como fisiológicas o sociales en las personas mayores. Esta pérdida conlleva una mayor vulnerabilidad ante cualquier situación estresante externa; fisiológica o psicológica. Estas personas presentan una mayor probabilidad de sufrir efectos adversos para la salud, lo que conlleva un mayor riesgo de caídas, hospitalizaciones, dependencia, y mayor riesgo de mortalidad. Una de las 2 escalas más utilizadas para determinar la fragilidad en clínica es la Escala de Fried; es de aplicación muy sencilla con sólo 5 parámetros, basados en características clínicas. La otra, más completa y con más parámetros, es más compleja de aplicar en la práctica clínica con tiempo para atender a los pacientes limitado. Por eso la más utilizada es la de Fried. En estas escalas, como en las derivadas de ellas, cuando se detecta la fragilidad los síntomas son evidentes. Esto tiene gran importancia porque se ha demostrado que la fragilidad puede ser reversible si se detecta de forma temprana.
Detectar la fragilidad con anticipación
-Y a esas alturas, ya poco se puede hacer más allá de paliar sus efectos. ¿No?
-Exactamente, cuanto antes se detecte mayor probabilidad habrá de poder revertirla.
-Y ahí surge el Estudio de factores de riesgo genético implicados en el desarrollo de la fragilidad en personas mayores. ¿En qué consiste?
–En 2012 en el grupo de investigación DICOMOSA de la Universidade da Coruña comenzamos una línea de investigación de fragilidad en personas mayores. Nos unimos al grupo de investigación en Gerontología y Geriatría de la UDC para determinar si podíamos encontrar biomarcadores que nos permitieran detectar la fragilidad con anticipación, antes de manifestarse sus síntomas clínicos. Empezamos por centrarnos en un conjunto amplio de biomarcadores relacionados con patologías más frecuentes durante el envejecimiento; biomarcadores del sistema inmunológico, endocrino, de estabilidad genómica… Y llegamos a unos cuantos que pueden ser útiles en la determinación de fragilidad de forma anticipada. Era nuestra línea de investigación principal.
El curso pasado me surgió la oportunidad de hacer una estancia en la Universidad de Oxford dentro de un grupo de investigación especialista en la realización de análisis genéticos, y como no había ningún estudio hasta ese momento con resultados concluyentes sobre los factores de riesgo genético de la fragilidad, nos decidimos a estudiar ese campo, dada la gran capacidad del grupo de la Universidad de Oxford de hacer estudios de este tipo.
El análisis genético
-¿Qué valor aportó este grupo de la Universidad de Oxford?
-Ellos hacen estudios de asociación del genoma completo y en estos estudios es muy importante contar con una población de tamaño muy grande, de miles o cientos de miles de individuos. Recopilar ese número de participantes en Galicia y poder contar con datos de genotipado de todos ellos, sería muy complicado para nosotros. Gracias a la ayuda de la Fundación San Rafael, conseguimos financiación para acceder a los datos del biobanco de Reino Unido (UK Biobank), donde hay datos de medio millón de personas, cuya edad está entre 35 y 75 años, y la práctica totalidad de ellos tienen los datos genéticos disponibles.
-Es una gran población de estudio.
-Sí, por eso, tras una solicitud y el pago de una cuota con la ayuda de la Fundación San Rafael, vimos la oportunidad de poder ir allí y que nos enseñaran a hacer este análisis genético y de disponer de todas esas muestras. Y en esto se centró mi trabajo. Hasta el momento habíamos trabajado en los biomarcadores para la detección temprana de la fragilidad, que además nos valían para estudiar los múltiples factores que están influyendo en la fisiopatología de la fragilidad, y en este momento estamos analizando los factores de riesgo estrictamente genético que pueden participar en el desarrollo de este síndrome geriátrico.
Primeros resultados
-¿Es pronto entonces para presentar resultados o conclusiones?
-Estamos en ello. Tenemos resultados, pero aún no son tangibles del todo. La primera dificultad es que cuando se crea un biobanco, además de la muestra se recogen la mayor cantidad posible de datos sobre los individuos, pero nadie en ese momento estaba pensando en analizar la fragilidad de esos individuos. Así que, lo primero que tuve que hacer fue averiguar dónde estaba la información sobre los 5 puntos de la Escala de Freid que nos sirve para medir la fragilidad, descubrir qué preguntas de las recogidas en el biobanco me servían para poder estimar la fragilidad en personas mayores. Eso sólo ya fueron unos cuantos meses de trabajo.
-¡Toda una búsqueda, desde luego!
-Una vez caracterizados los individuos según su fragilidad, dentro de esta base de datos enorme de medio millón de individuos, el estudio epidemiológico de entre varios cientos de variables se puede hacer con un ordenador común. Pero luego, en la fase de análisis genético, podemos llegar a analizar hasta 10 millones de variables genéticas por individuo, por lo que hemos tenido que pedir acceso a los servidores del Centro Gallego de Supercomputación (Cesga). Esta fase de análisis genético ya está hecha, y lo que hacemos ahora es procesar los resultados. En estos resultados hemos detectado que hay unas cuantas variantes genéticas que están asociadas con la fragilidad, y estamos ahora averiguando si éstas pueden tener alguna implicación funcional.
En busca de un nuevo biobanco para replicar los análisis
-¿Cuándo cree que podrán tener este trabajo finalizado?
-La parte del análisis funcional esperamos tenerlo listo en unos meses, pero estos análisis genéticos requieren de su replicación posterior en una población independiente, para verificar que las variantes encontradas son también significativas en otras poblaciones. Entonces tendremos que buscar otro biobanco que tenga datos genéticos y datos de fragilidad disponibles para poder realizar de nuevo el mismo análisis y ver si los resultados que hemos obtenido en el biobanco de Reino Unido se replican en otra población distinta. He estado trabajando en ello y buscando algún otro banco. Lo que es más difícil es que este biobanco disponga de datos suficientes para caracterizar a los individuos con respecto a su fragilidad, porque cuando uno recoge datos para un biobanco se centra en características fisiológicas, antropométricas, datos sociales, historia clínica… Pero hay pruebas específicas para la fragilidad, como la medida de la fuerza muscular a través de un dinamómetro, y que esto esté recogido en un biobanco no es nada fácil.
-Una vez que este proceso termina y llegan a unos resultados, ¿cómo sería su aplicación a la práctica clínica? ¿Se podría determinar la predisposición genética de una persona a desarrollar fragilidad?
-Sí, se podría establecer la predisposición solamente genética de una persona a sufrir fragilidad. Supongamos que encontramos 2 o 3 variantes genéticas que supongan un riesgo elevado para la fragilidad. En personas mayores que se sospeche que puedan estar en riesgo se determinaría el análisis de esas variantes en particular, y ello se sumaría a otra clase de factores que influyen en la fragilidad. Porque aquí estamos jugando sólo con la parte genética, pero existen otros factores como en la mayoría de enfermedades asociadas con el envejecimiento; nutricionales, de estilo de vida, actividad física, etc. Con todo este compendio se podría establecer el riesgo de una persona a sufrir fragilidad en un futuro más o menos inmediato.
El objetivo, una aplicación clínica para personas mayores
-¿Y en qué rango de edad se podría establecer para poder aplicar medidas correctoras?
-Uno de los motivos fundamentales por el que se definió el concepto de fragilidad es porque los científicos se dieron cuenta de que el envejecimiento es un proceso muy heterogéneo y no necesariamente hay correspondencia entre la edad biológica y la edad cronológica. Lo vemos ahora con la Covid-19, hay personas con 90 años que lo pasan con sintomatología ligera y otros, con 70, que lo llevan realmente mal e incluso llegan a fallecer por ello. Pero en general, la mayor parte de los estudios ponen el corte entre los 60 o 65 años. La fragilidad antes de esa franja de edad, se relacionaría con otra serie de cosas. Por ejemplo, existen estudios publicados de fragilidad en personas relativamente jóvenes pero que sufren otras enfermedades graves, como puede ser el SIDA.
-Con el estudio finalizado y con éxito, ¿En qué edad se podría estudiar para poder revertirlo?
-Yo diría que cuando la persona se acerca a una edad de adulto mayor, cuando nos acercamos a los 60 o 65 años. Ahora bien, estamos hablando de factores genéticos, pero los que no son genéticos muchos los conocemos y son de sentido común; hacer ejercicio de forma frecuente, cuidar la alimentación y en general llevar un estilo de vida saludable. A partir de los 20 o los 30 debemos empezar a trabajar para conseguir un envejecimiento saludable. Aunque a los 30 no se nos ocurra, hay que empezar a poner las bases para llegar a mayor de la mejor forma posible. A partir de los 60 o 65 años estaría bien poder determinar los factores de riesgo genético y por tanto centrarse en esas personas en implementar medidas de contención con programas de nutrición, de ejercicio físico y de corrección de una serie de hábitos de vida para tener un envejecimiento más favorable.
-La contribución de este estudio, además de mejorar la vida de las personas, reduciría muchísimo los gastos…
-Sí, como sabemos, en Galicia especialmente, nuestra sociedad está envejeciendo y no siempre se llega bien a mayor. La finalidad última de nuestro estudio sería conseguir un envejecimiento saludable y una buena calidad de vida, y reducir los costes sanitarios y sociales asociados al envejecimiento, que cada vez tienen una mayor importancia en nuestras sociedades.