Dra. Nieves Rey Aguirre Psicóloga en el Hospital San Rafael
-Hoy es el Día Mundial de la Salud Mental. Por su experiencia, ¿cómo estamos de sanos en general?
-A la salud mental no se le da la importancia necesaria desde ningún punto de vista. Una de cada cuatro personas tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida pero hay un gran desconocimiento. Demasiada gente todavía cree que un problema psicológico es una debilidad o es culpa de la persona que lo padece y sobreviven los prejuicios y el estigma. Es importante que perdamos el miedo y la desconfianza que existe en muchos campos hacia la psicología. Es algo que la gente rechaza o que le parece secundario y no existe una cultura del cuidado o la prevención.
-¿Todavía existe ese miedo, el tabú sobre la terapia psicológica?
-Claro que existe. Lo habitual es que la gente no quiera acudir a un psicólogo. Cree que no es necesario, que hay cosas que tiene que resolver sola. Esas frases típicas de “yo soy así”, “ya no voy a cambiar”, “no tengo remedio”… Parece que pretendo promocionar la psicología y al no existir prácticamente en la Sanidad pública, sé que no es algo barato. Pero en la consulta ves lo que mejora la gente y todo lo que se evita cuando actúas a tiempo y trabajas la autoestima, la inteligencia emocional; cuando la gente recupera la felicidad… Muchos problemas de salud mental que acaban por cronificarse empiezan por problemas de conducta que, tratados a tiempo, se solucionan.
-Así que a su consulta llega gente que lleva muchos años sufriendo.
-Sí, lamentablemente. Con los niños se actúa de forma diferente. Muchos padres acuden enseguida para que sus hijos reciban ayuda, pero esos padres o la generación a la que pertenecen esos padres no suele creer que tenga que ir a un psicólogo. Hace falta mucha concienciación e información pero no se dedican los recursos suficientes a la salud mental, así que concienciar es mucho más complicado.
Salud mental: Cada vez más enfermos y más medicados
-O sea, que no estamos nada sanos…
-Están aumentando patologías como los trastornos de ansiedad, la depresión, las adicciones, los trastornos del sueño y de la alimentación y hay un consumo desorbitado de psicofármacos. Por una parte, hay largas listas de espera y más de la mitad de las personas que sufren trastornos mentales y necesitan tratamiento no lo reciben o el que reciben no es adecuado. Por otra, la mitad de las personas que acuden a Atención Primaria presentan problemas de ansiedad, depresión, somatización u otros trastornos mentales por los que no son derivados a Psicología o Psiquiatría cuando la intervención psicológica sería tres veces más eficaz que un fármaco. Porque la causa del sufrimiento, el origen del problema sigue ahí a pesar de los fármacos.
-¿Hasta dónde se puede prevenir en salud mental? ¿Qué puede hacer uno individualmente?
-Según la OMS, las estrategias destinadas a mejorar la salud mental y los programas sociales permiten promover la salud y prevenir los trastornos mentales y de la conducta. Serían necesarios programas psicosociales en las escuelas, campañas de información, y políticas sociales y de salud. Individualmente, debemos desarrollar nuestra inteligencia emocional para tener más salud mental. Y si tienes un problema emocional (una pérdida, un duelo…) si hay algo que te hace sufrir, que te preocupa en exceso, que te angustia… Igual que haces con un padecimiento físico, debes pedir ayuda profesional.
-¿Cuál es nuestro coeficiente de inteligencia emocional?
-Es un tema muy desconocido, poco valorado y desarrollado en nuestra sociedad, a pesar de que está demostradísimo que el éxito en la vida depende en un 80% de nuestra inteligencia emocional. Todavía se valora o se da prioridad al cociente intelectual, pero en procesos de selección de personal ya se está dando más importancia a la inteligencia emocional porque los inteligentes emocionales son personas persistentes, asertivas, que se saben relacionar y mucho más creativas. Cuanta más inteligencia emocional tienes, más aprovechas tu inteligencia intelectual.
Inteligencia emocional, clave para la salud mental
-¿Qué tal nos educamos entonces?
-No muy bien. Hay algunos ejemplos en colegios de educación emocional pero son insuficientes. Se está empezando y debería ser obligatorio. Aunque la principal vía de aprendizaje es el modelado y lo que se ve en casa. Te tienen que enseñar a identificar tus emociones y las de los demás, a controlar las propias, deteniéndose y reflexionando. Es importante saber buscar pensamientos alternativos que te produzcan emociones más útiles, desarrollar la empatía, las habilidades sociales, la asertividad, subir la autoestima, etc. Es lo que se hace en terapia y funciona de maravilla, pero… Cuanta más inteligencia emocional, mejor salud mental. ¡Ahorraríamos un montón en Sanidad!
-Este día se dedica en 2019 a la prevención del suicidio. ¿Por qué?
-El suicidio es la manifestación de un gran sufrimiento y desesperación y de no saber gestionarlo de otra forma. Se le dedica el día porque es el mayor problema de salud pública de Europa, según la OMS. El suicidio es la primera causa de muerte no natural (no provocada directamente por una enfermedad) en España: Se suicidan 10 personas cada día; unas 3.600 al año. ¡Son el doble que las víctimas de accidentes de tráfico! La Confederación Española de Salud Mental considera urgente un Plan Nacional de Prevención del Suicidio. Por todo esto es importante visibilizarlo.
El estigma sobre el suicidio dificulta la petición de ayuda
-¿Es mejor hablar del suicidio o silenciarlo?
-El suicidio es algo muy silenciado, estigmatizado y rodeado de mitos, lo que dificulta que se pida ayuda. Hay un gran desconocimiento y miedo al comportamiento suicida. No sabemos cómo actuar, dónde pedir ayuda o qué recursos hay. Es importante visibilizar el problema para facilitar la prevención y dar a las personas que piensan o han intentado suicidarse la oportunidad de hablar de lo que sienten sin que se les juzgue.
-¿Y el efecto imitación?
-El efecto Werther existe y cuando se observa un suicidio, se relaciona con un aumento de los suicidios. Cuanto más famosa o referente sea la persona, más impacto tiene, sobre todo entre los jóvenes. Por eso los medios de comunicación deben hablar del suicidio sin sensacionalismo, de forma responsable, sin revelar métodos o detalles, imágenes… Y no especular. Deben ofrecer números de ayuda o referencias de asociaciones. Y, sobre todo, no presentar el suicidio como una solución porque no lo es. Los problemas y el sufrimiento son temporales y se pueden solucionar, pero la muerte es para siempre.
-Hablemos de los falsos mitos
–El que quiere suicidarse no lo dice o es siempre impulsivo. No es verdad. De cada 10 personas que llegan a suicidarse 9 lo expresan antes y suele ser algo muy pensado.
Es un chantaje o una manipulación. En algún caso, puede serlo, pero aun así expresa un gran sufrimiento.
El suicida quiere morir. Quienes sobreviven cuentan que tienen una gran ambivalencia. En realidad quieren vivir, pero quieren terminar con el sufrimiento. Por eso hacerles hablar ayuda.
Tras un intento están fuera de peligro. Todo lo contrario, es un factor de riesgo.
Es hereditario. No lo es, pero sí es cierto que el efecto imitación tiene más peso si es un referente para esa persona.
Los suicidas tienen un trastorno mental. En su mayoría sí, pero no solo.
Si se reta a un suicida, no lo hace. Es falso y una enorme irresponsabilidad.
Hablarle de ello incita a hacerlo. Todo lo contrario, es bueno y en ocasiones debe forzarse a que lo hable.
Suicidio. Escuchar con respeto y sin juzgar
-¿Cómo podemos prevenir el suicidio?
-Habría que empezar por arriba. Planes desde la Administración, más formación y especialización en la atención sanitaria para ayudar y evitar llegar a ese límite. Si hay más cultura y concienciación de la psicología, la gente pedirá ayuda antes. La persona que quiere suicidarse necesita hablar y que la escuchen.
-¿Qué debemos decir o no decir a un familiar o a un amigo que lo cuenta, que dice que no quiere seguir viviendo?
-Es muy importante conseguir que hable, que exprese y libere su dolor, su ansiedad y su angustia porque está en una espiral irracional. Debemos aprender a escuchar con respeto y empatía, sin culpabilizarle ni hacer chantaje emocional. Y dejar que se comunique. Hacerle ver que hay personas que le quieren y no está sola. Recordarle cosas buenas o bonitas, para hacerle ver que ha tenido otros momentos malos y buenos que han pasado y que volverá a ocurrir. Hablar cura y cuando esté más tranquila ayudarle a pedir ayuda especializada. Es importante no prometerle que no lo vas a contar porque hay que buscar ayuda.
-El suicidio genera mucho sentimiento de culpa, ¿no? Nos culpamos, culpamos al suicida. ¿Cómo podemos comprender la conducta de alguien que nos abandona?
-Comprender el suicidio es muy difícil. La persona que se suicida sufre tremendamente y toma esa decisión porque sólo quiere poner fin a ese sufrimiento. Está desesperada y cree que desaparecer es la solución. Es muy fácil que el duelo de un suicidio de un ser querido se complique y se cronifique. Al dolor se unen los sentimientos de culpa e impotencia. Puede desencadenar emociones muy intensas como el shock; la ira contra uno mismo por no haberse dado cuenta, contra quien se suicida, porque no sólo te sientes abandonado sino rechazado, contra el entorno, por no evitarlo… La angustia por querer saber por qué lo hizo… Recomiendo siempre la ayuda profesional. Debes trabajar que tú no tienes ninguna responsabilidad, que tal vez nunca sepas por qué… La sociedad complica el duelo por el estigma, el aislamiento y la vergüenza.