Nieves Rey Aguirre, psicóloga en el Hospital San Rafael
Estos días, Nieves Rey Aguirre se queda en casa y desde allí nos da pautas de cómo afrontar psicológicamente el confinamiento por el coronavirus y cómo convertirlo en una oportunidad de cambio y desarrollo de la empatía y la solidaridad. En su opinión, la mayor muestra de solidaridad ahora es cumplir con las medidas de protección y aislamiento, no sobrecargar el sistema de salud, no propagar información falsa y prestar ayuda a los demás dentro de nuestras posibilidades. Lo contrario es no cumplir las medidas higiénicas ante el Covid-19, no tomar conciencia de la gravedad del momento, desplazarse dispersando el virus y aumentando el número de personas contagiadas. Descubre
-Llevamos poco más de una semana de confinamiento de un periodo que será largo y ya hay personas que sufren cierta angustia. ¿Qué síntomas o sensaciones son normales?
Los problemas emocionales y conductuales más frecuentes son los síntomas de ansiedad como el estado de alerta e hipervigilancia para detectar posibles peligros. También alteraciones fisiológicas como insomnio, taquicardia, respiración acelerada. Sufrimos además cambios en la conducta, como agitación, inactividad, ansiedad por la comida.
Entre los síntomas psicológicos y cognitivos están el miedo, la angustia, irritabilidad, preocupación obsesiva, inseguridad y aumento de los pensamientos irracionales.
Son reacciones normales ante situaciones anormales y extraordinarias como las que vivimos por el coronavirus. También aparece frustración, enfado e ira y, como consecuencia, comportamientos agresivos. La convivencia es más estrecha y prolongada y nuestros hábitos y conductas están alterados. La incertidumbre, el miedo al contagio del coronavirus, la falta de suministros y las informaciones dudosas tienen un efecto psicológico negativo.
-¿Podemos marcar unas fases y cómo afrontarlas?
Todo lo que experimentamos es normal, pero nuestro cerebro lleva mal los cambios, la incertidumbre, el aislamiento, y en consecuencia, nuestro equilibrio se puede romper.
Con el paso de los días de aislamiento puede surgir más ansiedad y los miedos, volverse más irracionales. No tarda en aparecer el aburrimiento y la frustración. Aumentan los conflictos familiares, la incertidumbre y la preocupación por los suministros y el abastecimiento.E incluso, la desconfianza y las teorías conspiratorias o paranoicas.
La ocurrencia y gravedad de estos síntomas va a depender de las características personales y familiares. Influyen el tipo de relación, la inteligencia emocional y de la inteligencia adaptativa que poseamos. Si los efectos son graves, debe recurrirse a profesionales.
Hacer de la crisis y el encierro una oportunidad
¿Cómo podemos contrarrestar todo esto?
En el plano individual debemos intentar, en la medida de lo posible, afrontar la situación como un reto más que como un drama. Convertir el encierro por el coronavirus en una oportunidad diferente para hacer cosas nuevas, pendientes, diferentes. Intentar disfrutar y aprovechar el tiempo libre para descansar, cuidarnos, aprender, y salir más fuertes de esta experiencia. Centrarnos en el día a día y buscar soluciones para el aquí y el ahora.
Es importante esforzarnos en mantener la moral alta y una actitud positiva, usar el sentido común y el sentido del humor. Es clave mantenerse conectados socialmente, ya que tenemos muchos medios para hacerlo, y expresar nuestras emociones y compartirlas para contrastarlas. Informarse sobre el coronavirus sólo de fuentes adecuadas y oficiales, pero sin estar todo el día pendiente de las cifras de contagiados o fallecidos.
-A muchos les preocupan los niños, pero ¿son ellos o hay algún otro tramo de edad más vulnerable en esta situación?
Ninguna persona es inmune a esta situación extraordinaria. Los niños lo son porque les gusta tocar y saborear todo lo que les rodea y no entienden la importancia de los consejos higiénicos ni de salud. Se van a adaptar a esta situación dependiendo de cómo lo hagan sus padres o cuidadores, ya que somos sus modelos y soportaremos la carga psicológica del encierro, la responsabilidad, la protección, la organización y el entretenimiento de los pequeños. Son más vulnerables las personas que tienen problemas psicológicos o psiquiátricos previos como ansiedad, depresión trastorno obsesivo o hipocondría y las que están aisladas, viven solas, sin hogar o las poblaciones de riesgo de contraer el virus.
-Es necesario establecer unas rutinas. ¿Nos da unos consejos?
Las familias convivían pocas horas hasta este momento y ahora vamos a estar juntos todo el día. Por ello es muy importante organizarse, mantener los horarios, hábitos y rutinas que sean posibles. Esto aumentará la eficacia y mejorará nuestra salud mental, mientras que la desorganización genera caos y este, estrés. Es importante fijar objetivos diarios para experimentar la sensación de logro. Debemos ser creativos para llenar el tiempo. La rutina debe incluir aseo, trabajo, relaciones sociales, ejercicio físico, ocio y dada la situación, tiempo para la información rigurosa. En caso de teletrabajo es importante tener un sitio especifico y respetar el horario. La organización ayuda a programar las actividades y distribuir las energía, ganaremos en seguridad y comodidad. Es conveniente estar ocupado en actividades variadas con cierta disciplina para no estar preocupado.
El valor del 10 o 20% que mantiene la calma ante el coronavirus
-¿Cuáles son los perfiles o roles que saldrán a relucir en esta situación?
En momentos de crisis el ser humano puede mostrar sus mejores y peores cualidades, probablemente se exacerben los rasgos de personalidad. Las reacciones más comunes en este tipo de situaciones son tres:
Aproximadamente del 10 al 20% se caracterizan por su capacidad de mantener la calma, de adoptar medidas de protección y auxiliar a los demás. Son personas con elevado sentido de la responsabilidad cívica y moral.
Entre un 20 y 25% reaccionaran con conductas inadaptadas, como reacciones emocionales intensas, pánico, agitación, inhibición o estupor, negación y oposición.
La mayoría, el 50-60%, altamente influenciable, inseguro e indeciso actúa bajo la presión de las circunstancias. Puede ser que cooperen y ayuden o que actúen negativamente con pánico, huida o inhibición.
-También hay personas que además de padecer el aislamiento no pueden visitar a sus padres, a los mayores en las residencias. ¿Cómo gestionamos esa preocupación?
Debemos mantener la comunicación con ellos, fomentar el contacto por teléfono y otras tecnologías. Mantenerles informados de los asuntos familiares y escucharlos, darles la oportunidad de expresar miedos y preocupaciones; transmitirles tranquilidad. En los centros sociosanitarios, dependerá del personal facilitar esa comunicación, ya que es un factor de protección contra la ansiedad y la depresión.
Debemos contactar también con los mayores aislados solos en sus viviendas, que además del aislamiento, reciben información continua a través de radio o tv sobre el coronavirus y los riesgos para las personas de su edad.
-Hasta ahora hemos hablado de personas sanas. Pero ¿qué hay de las personas que sufren ansiedad u otros trastornos de salud mental?
Son más vulnerables a padecer ansiedad y depresión, toleran mal los cambios en sus rutinas y el aislamiento puede ser un agravante. Hay que protegerlos de la información, que no visualicen la situación de riesgo ante el coronavirus. Debemos procurar que estén ocupados y que se sientan acompañados y apoyados y transmitirles calma y seguridad. Las personas con problemas de salud mental pueden sufrir mucho más esta situación ya que parten de formas de ver la vida distorsionadas y en su estado les va a resultar difícil ser racionales. Si puede ser, deben estar en contacto de los profesionales que les atienden normalmente.
Terapia psicológica gratuita
-¿A dónde podemos recurrir para pedir ayuda?
Actualmente hay muchos psicólogos que tienen consulta online. También hospitales como el Gregorio Marañón han creado un protocolo de asistencia psicológica para pacientes, profesionales sanitarios y familiares de enfermos afectados por el coronavirus, supongo que esta iniciativa irá creciendo y muchos hospitales ofrecerán este servicio. También ayuntamientos, colegios oficiales de psicología y psicólogos solidarios están ofreciendo gratuitamente sus servicios (se pueden encontrar en internet buscando: “ayuda psicológica coronavirus”).
-Las muestras de solidaridad siempre surgen, ¿no? Como cuando el Prestige, y situaciones análogas.
La solidaridad es un valor humano fundamental, sinónimo de apoyo, ayuda, protección a quienes necesitan de nosotros. Es una fuerza interna que nos mueve a ser considerados y a ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. No nacemos con ella, la solidaridad se cultiva y desarrolla a través de la educación y el ejemplo de nuestros modelos. Esta crisis puede y debe ser una oportunidad de volver a lo esencial de la vida y recuperar la empatía y la solidaridad. Tenemos la oportunidad de demostrar que la solidaridad es más potente que el individualismo y el egoísmo ante el coronavirus. En estas situaciones la generosidad y el comportamiento solidario aparecen en el sentimiento colectivo.
-¿Aprenderemos algo psicológicamente de esta crisis?
Se pueden aprender muchas cosas tanto a nivel gubernamental como social e individual. Tendremos que desarrollar nuestra inteligencia adaptativa para poder afrontar cambios de vida radicales. Trabajar en la inteligencia emocional para conseguir conocer y manejar y controlar nuestras emociones.
El pánico y el papel higiénico
-En esta sociedad que va tan rápido, tal vez nos venga bien este tiempo de estar con los nuestros y hablar. ¿No?
Es una situación en la que vamos a estar más tiempo juntos y puede ser una oportunidad para aprender a escucharnos, a conocernos más, a compartir, conversar, a saber, negociar y ponerse de acuerdo. De todas formas, es posible que esta convivencia forzosa ponga de manifiesto lo mucho que hemos perdido de la capacidad de interactuar en vivo. En muchas familias se va a pasar más tiempo colgado del móvil que hablando. Indudablemente, va a haber más tiempo para hablar con los nuestros. Ojalá que la gente se dé cuenta de lo importante que es recuperar la comunicación con la gente que queremos y compartimos el día a día.
-Por cierto, ¿tiene alguna explicación psicológica el acopio del papel higiénico?
Cuando percibimos una situación como amenazante se produce un miedo no razonable y una tendencia a acaparar todo lo que pueda ser necesario. Hay diferencia entre prepararse para una situación de confinamiento y la compra por pánico, que ayudan a las personas a sentir control de la situación. Las compras racionales deben incluir productos de primera necesidad según una escala lógica. Según Taylor, las compras por pánico están alimentadas por la ansiedad y la necesidad de hacer todo lo posible por calmar el miedo, como por ejemplo hacer colas durante horas o comprar mucho más de lo que se necesita. También se puede explicar estas compras exageradas por el efecto imitación. La compra de papel higiénico es irracional, pero al hacerse viral cundió el pánico por no tenerlo.