El cambio climático, la contaminación y la protección del medio ambiente son aspectos que cada vez reciben más atención de la sociedad. Numerosas organizaciones trabajan y claman por un cambio de rumbo para dejar una mejor herencia a nuestros hijos y nietos. Sin embargo, ¿es esa la única razón para preocuparse por reducir la contaminación y frenar el cambio climático? ¿El futuro, más o menos cercano?
La contaminación y el cambio climático tienen efectos en la salud a largo plazo, pero no sólo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de incluir la contaminación del aire y el cambio climático entre las diez amenazas para la salud global de 2019. Y de hecho, avala sus tesis con cifras demoledoras, como, por ejemplo: Más del 90% de la población mundial respira a diario aire contaminado.
Reducir la contaminación, mejorar la salud
La OMS estima que los “riesgos medioambientales evitables conocidos” causan 13 millones de muertes cada año, el 25% de todos los fallecimientos. La contaminación atmosférica provoca siete millones de defunciones prevenibles cada año.
Al margen de los efectos que estos factores tienen en países pobres o en vías de desarrollo, en ciudades de Europa, EEUU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda la contaminación produce ya visibles efectos sobre la salud de sus habitantes. Así, diversos estudios apuntan los perjuicios que la contaminación y el cambio climático están ocasionando a las personas y a los grupos de mayor riesgo; niños y personas mayores.
La contaminación atmosférica urbana aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y crónicas. Entre éstas se encuentran la neumonía, el cáncer del pulmón y las enfermedades cardiovasculares.
¿Y qué hay del cambio climático? El Observatorio de Salud y Cambio Climático recuerda las consecuencias que tiene para la salud de las personas. Entre las directas se cuentan las que causan las olas de frío y calor, que tanto inciden sobre la población mayor. También los fenómenos climatológicos extremos, como las sequías, las inundaciones, los incendios, que se han intensificado en las últimas décadas.
Consecuencias del cambio climático
Las consecuencias indirectas son las que se producen por las alteraciones en los organismos vivos derivados del cambio climático. Detallamos estas consecuencias y sus posibles efectos a continuación:
- Aeroalérgenos. El aumento de temperaturas el invierno adelanta la floración de algunas especies de plantas. Esto aumenta la estacionalidad y gravedad de las enfermedades alérgicas como el asma, la rinitis, las conjuntivitis alérgicas o alguna dermatitis.
- Enfermedades de transmisión hídrica y alimentaria. La escasez de agua y el aumento de la temperatura de lagos y embalses o del mar favorece la proliferación de cianobacterias y algas. Estas dan lugar a la aparición de toxinas en moluscos y pescados que ocasionan intoxicaciones alimentarias. También aumenta el riesgo de salmonelosis, entre otras.
- Dolencias de transmisión vectorial. Son los virus, bacterias y parásitos que transmiten los artrópodos (mosquitos, garrapatas, etc.). El cambio climático acelera la reproducción de estos vectores y reduce el tiempo necesario para que transmitan enfermedades infecciosas. La transmisión puede producirse a animales domésticos o roedores y a personas. Es el caso del dengue o la malaria, pero también del lyme y la tularemia, de los que se han dado casos recientes en Europa.
- Variación de la radiación ultravioleta. El agotamiento del ozono y el cambio climático provocan alteraciones en la radiación ultravioleta. Estas tienen efectos cutáneos graves, como el melanoma, pero también oculares; efectos sobre la inmunidad celular o sobre los ciclos del sueño.
Soluciones al cambio climático
Como consecuencia de todo esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reúne desde hoy, día 24, hasta el 1 de febrero en Addis Abeba (Etiopía) a su Consejo Ejecutivo. Entre otros asuntos, la reunión analizará el borrador para elaborar una estrategia global sobre medio ambiente y salud. Se trata de un documento en el que la institución lleva años trabajando. La planificación se inscribe además dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que los países se han marcado para 2030.
El título de la estrategia es elocuente: “Salud, medio ambiente y cambio climático. Estrategia mundial de la OMS sobre salud, medio ambiente y cambio climático. Transformación necesaria para mejorar de forma sostenible las condiciones de vida y el bienestar mediante la creación de ambientes saludables”. La OMS demanda en esta estrategia que la salud tome un mayor protagonismo en la definición de todo tipo de políticas. Recomienda incluir una evaluación del impacto sobre la salud en las normas y políticas públicas, una medida que el Gobierno español se ha comprometido a asumir.
La salud, protagonista y prioridad
Con el objetivo de garantizar “una vida sana y promover el bienestar para todos a todas las edades”, la OMS se marca tres prioridades estratégicas:
- Lograr la cobertura sanitaria universal. E incluir en ella servicios esenciales de salud ambiental.
- Abordar las emergencias sanitarias. Reducir la vulnerabilidad, fortalecer la vigilancia y respuesta a emergencias ambientales para reducir las consecuencias sanitarias.
- Promover poblaciones más sanas. Supone conseguir que las ciudades sean más saludables, con accesibilidad sostenible al agua potable, saneamiento e higiene. También, que cuenten con transporte saludable; políticas energéticas limpias; alimentación y agricultura sostenibles y productos, viviendas y lugares de trabajo seguros y sostenibles.
Poder perderse en la naturaleza sin necesidad de ir muy lejos es un regalo para los sentidos. Pero, además, como ya te contamos en este Blog, tiene efectos terapéuticos que merece la pena recordar.